Deir el-Medina


El poblado de Deir el-Medina, «el monasterio del pueblo» en árabe o Set Maat «el lugar de la verdad» en egipcio, constituye uno de los ejemplos más importantes de asentamiento urbano obrero en Egipto. Se encuentra en un valle adyacente al propio Valle de los Reyes, llamado Valle de los Artesanos, en la orilla oeste del río Nilo, muy cerca del actual Luxor, la antigua Tebas. Se trata de un poblado planificado desde su inicio en el que se pretendía alojar temporalmente artesanos que trabajaban en las tumbas reales. Tenemos constancia de la fecha de su fundación gracias a que durante su excavación se descubrieron ladrillos impresos con el cartucho de Tutmosis I (1504-1492 a.C.), tercer faraón de la dinastía XVIII, a principios del Reino Nuevo.
El conjunto, de forma aproximadamente rectangular dadas las condiciones topográficas, está delimitado por un muro perimetral de unos 150 metros de largo y 50 de ancho. Dicho muro servía para controlar a los trabajadores que, conocedores de los secretos de los enterramientos reales, permanecían, en cierto modo, vigilados. Residían allí canteros, dibujantes, pintores, escultores, arquitectos y albañiles, acompañados de sus familias, pero también médicos y escribas. En total, unas setenta casas, entre 400 y 500 habitantes.

En su interior, los barrios residenciales se organizan alrededor de una calle principal interna quebrada, posiblemente debido a las sucesivas ampliaciones, de la que partían callejones estrechos que conducían a la entrada a las casas. Dicha vía principal recorría la población de Norte a Sur y solo poseía una única entrada donde se situaba la casa del capataz.
Las casas se adosaban unas a otras conformando un tejido denso con un patrón libre, que algunos autores denominan orgánico (Diego Espinel, 2002; Lacasa 2017) y que se observa en numerosas ciudades amuralladas egipcias. Todas eran diferentes, pero a la vez muy parecidas. Se desarrollaban en una sola planta y poseían una sala de recepción con una columna, una cocina, habitaciones privadas y una terraza cubierta.
Son escasos los ejemplos de ciudades egipcias que se han conservado hasta nuestros días. La arquitectura residencial se construía básicamente con adobe, un material de baja calidad que no resiste bien los ataques físicos. A ello se une el carácter temporal con que se planificaron estos poblados. Pese a ello, contamos con la evidencia de tres importantes aldeas obreras: Kahun (Reino Medio), Tel-el-Amarna (Reino Nuevo) y el propio Deir el-Medina, siendo esta la última en construirse, la de menor extensión y la de traza más irregular. Todas comparten planteamientos similares: situación cercana al lugar de producción, muros perimetrales, tiras de viviendas todas adosadas, ausencia de plazas o espacios abiertos, diferenciación de la casa del capataz, etc. Obviamente, también comparten un contexto histórico y económico similar puesto que este tipo de asentamientos está ligada a la exigencia de trabajadores y esta a su vez, con los grandes monumentos funerarios o las grandes explotaciones, algo que sólo ocurrirá en Egipto en los periodos de esplendor.


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